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"Elementos"
Como lo hizo
en su gran muestra retrospectiva anterior, a fines de 1990, el escultor Danilo
Danziger
(1956) sigue trabajando -ahora con mayor refinamiento y mejor realización- en
torno de la lógica de la percepción. Si los supuestos expertos suelen darle
un solo segundo a cada obra y luego pasan a otra cosa, es lógico suponer que
el grueso de la gente se incomoda ante una escultura y nunca sabe cuánto tiempo
de visión dedicarle. En la era del post-clip, la visión rápida y la percepción
distraída, la obra de Danziger inmediatamente exige, al menos, una nueva mirada.
Su obra, que antes producía juegos paradójicos entre lo liviano de su apariencia
y el peso real, ahora establece nuevos retos a la percepción del espectador.
¿Cómo se hace para que tanto trabajo sea "evaluado" en un tiempo razonable?Es
una pregunta que atormenta a muchos artistas, que se toman horas, días o meses
para realizar algo que luego no recibe una mirada detenida y analítica. Las
esculturas de Danilo Danziger no sólo se mueven en el espacio -y en este sentido
producen la sensación de un espacio nuevo, con puntos de apoyo equívocos, nociones
ambiguas de peso y, sobre todo, complejos problemas de equilibrio - sino que
se mueven en el tiempo: en el tiempo de los otros. Los que miran se preguntan
por la evocación de un objeto en escala diferente, por la textura del metal,
por la pintura aplicada a la escultura, y nuevamente por las proporciones, el
equilibrio y el peso. El escultor consigue -entre otras cosas- sincronizar las
coordenadas de espacio y tiempo y, como toda buena obra, no desconfía de la
cabeza del que mira. ("Elementos", en la Fundación Banco Patricios. Callao y
Sarmiento, hasta el 27 de agosto.) |