OmarEstela
Raúl Santana Septiembre
1997
En
el heterogéneo panorama de la escultura argentina actual, la obra de Omar
Estela, no obstante sus esporádicas apariciones públicas, ya constituye
una presencia inobviable. Su solitario camino, su -hasta cierto punto-
elección de transitarlo alejado de modas o imposiciones estéticas -esas
que ciertos circuitos denominan "lo actual"- han terminado por dar a su
escultura un definido carácter propio.
Sus indagaciones se han venido desplegando por los más variados materiales
(granito, bronce, mármol, yeso y madera), aunque tal vez sea en la madera
donde más se patentiza la potencia de su obra. Asistido por un solvente
oficio, su escultura casi siempre es el resultado de un moroso diálogo
con la materia elegida, es decir, las intervenciones que el artista impone
a los distintos materiales son fruto de una aguda colaboración con ellos,
conciente que en su visión no se trata solo de decir sino también de dejar
decir.
La obra que hoy presenta en el Centro Cultural Recoleta (sala 8) y que
se denomina "Jangada" configura una magnífica síntesis de una historia
de acechanzas, marchas y contramarchas que, el artista -consciente o inconsciente-
ha venido recorriendo en su singular camino.
Como en gran parte de la obra de Estela, también aquí el punto de partida
ha sido un objeto de uso que abre y hace circular múltiples significaciones:
las jangadas son esos troncos que, sobre todo en nuestro Litoral, viajan
por el río, enviados hacia los obrajes: todo un símbolo de una época de
nuestro país tambien evocado en el cine y en la canción popular.
En otras ocasiones el punto de partida ha sido la observación de utensilios:
todavía podemos recordar la extraordinaria pieza que el artista expuso
en el Museo de Arte Moderno de Bs. As. en 1994 que se titula "El banco
de los inmigrantes". Se trata de una madera de casi siete metros de largo
(una sola pieza) que representa un imaginativo Banco en el que se podía
recorrer un afinado retrato visual: talladas, emergían de la madera, herramientas
y otros signos que simbolizaban inequívocamente ese largo capítulo que
fué la inmigración de nuestro país; figuraciones y abstracciones se conjugaban
haciendo alegoría en la potente horizontalidad de aquella pieza cargada
de quietud y silencio.
Otra vez en "Jangada" vuelve el artista a poner en obra la horizontal,
aunque aquí, lejos de la quietud, aparece otro anhelo: incorporar la dinámica
de lo temopral pues esta "Jangada", aunque inmóvil, suspendida en sus
parantes de aceros, como las verdaderas jangadas, va.
¿No es todo un desafío para un escultor evocar la contingencia temporal
con la pesantez y el reposo de un tronco; extraer el movimiento de esa
masa inerte dando cuerpo a esa evanesencia del tiempo? Pero, ¿qué más
cambiante que un tronco viajando por el río, girando, recibiendo luces
y sombras, apareciendo y desapareciendo?.
Es obvio que éste ha sido el desafío que Omar Estela emprendió con su
"Jangada". Y los tubos que iluminan sugestivamente la pieza desde abajo,
¿serán una imaginativa representación del plateado y cambiante oleaje
del río?.
Quizá, como nunca antes, esta pieza paradigmática exigió del artista el
más intenso diálogo con la indeterminación de la materia para extraer
lo oculto interrogando ese ideograma cargado de distintas energías que
logra desplegar en el vacío entorno.
Recorrer la pieza es asistir a las insinuaciones que atraen o rechazan
la luz, según la lisura pulida de algunos tramos que adquieren una velocidad
opuesta a las partes obsesivamente incididas por la gubia que retiene
la luz en múltiples entradas y salidas; es percibir esas líneas que surcan
la pieza imponiendo un juego de direcciones que continúa más allá, en
el espacio; es encontrar significativas torsiones y esas muescas que como
rupturas interrumpen la continuidad del tronco. Así esta pieza mínima,
en su mudez, con una más que esporádica observación, comienza a poblarse
de un elocuente relato. Y en este relato, la forma, triunfante al fin,
no es más que la suma de episodios que duran, aparecen y desaparecen,
para evocar en su transfigurado resplandor la jangada, ese aparente insignificante
tronco que va por el río pero que la pieza de Omar Estela, esa pieza hecha
de tiempo y espacio, sitia un lugar movilizando lo imponderable: lejos
de lo profano, "Jangada" adquiere la dimensión de lo sagrado.
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